Con sumo gusto presentamos la edición digital e impresa del poemario Perdido en la placenta del tiempo del poeta y periodista cubano Roberto Cazorla, residente en Madrid desde 1963.
En esta nueva entrega poética se suceden haikús libres, un soneto, poemas, prosas poéticas y dos cuentos breves que componen el libro. Como muestra del buen quehacer lírico del bardo matancero, les ofrecemos a nuestros lectores unos breves textos:
HAIKÚS LIBRES
Serás poeta cuando
soportes que un soneto te vomite
encima.
= = =
Nací en una acuarela
que se parece a una isla.
= = =
Hasta en mi casa oigo el silencio
que acobardaba a mi pueblo.
= = =
Hoy la mañana es un abanico
compitiendo con la brisa
isleña que me convirtió
en apátrida.
= = =
El tiempo:
estrecho dedal, ciega-luz,
un grano de arroz muriéndose
de soledad.
SONETO
Estoy en la frontera de la duda,
mirando el horizonte de aspereza,
me pisa hasta la vida, ya no reza
mi endeble voluntad de susto y viuda.
Me anida la confianza siempre crudas
rajándome la luz con fiel certeza,
que ya de ser tan pobre la pereza,
hasta la voz de Dios se le desnuda.
Con una Biblia el mundo se me hunde
tratando de apagar una centella
para al que soy, el miedo no le inunde.
¡Si pudiera lanzar una botella
con el SOS que difunde
el delirante olor de una doncella!
POEMA
Ellos,
que cuando caminan
producen el efecto de la piel enjuta
de los cocodrilos,
se liberan de todo expresando las palabras I’m sorry.
Es el cuño que ponen con sus pies recolectados
sobre los que fuimos concebidos
cuando la luna se vistió de sal y de chantaje.
I’m sorry,
excuse me:
palabras que producen el temblor eterno de mi arteria aorta.
I’m sorry,
pero te eructan en la frente
y te salpican con saliva amarillenta,
te reparten por la ira
la sensación del nuevo diluido.
I’m sorry,
¡y te tumban de la cuerda que te pertenece!
Excuse me,
¡y te saludan por la mañana con la pornografía
vestida de café con leche!
I don’t know,
y sí saben que el ombligo no les pertenece,
que por dentro de cada masculina acción
llevan una lentejuela brillante
y con olor azufre.
I’m sorry,
excuse me,
palabras que supieron alentar a la pastilla,
que castraron el camino lógico
de estrechar la mano.
I’m sorry con sabor a whisky.
Excuse me entrelazado con la hierba.
I done’t know congelado entre el sexo y la tristeza.
I’m sorry me asesina todas las mañanas,
y excuse me me obliga a viajar por el pedazo de tierra
que tienen reparado.
I dont’t know me traspasa la glándula de estaño
que tengo por la boca,
pero me anchan el yo desesperado,
comprendo, pienso,
¡y marcho hacia el número tres
para afiliarme!
Chicago, 1972.
PROSAS POÉTICAS
Se partió mi casa
Sin ti sobra vida; falta el paisaje sustituto de tu ausencia.
La soledad duplica su colección de puñales; me desintegra,
incinera el alma que escondo. Se partió mi casa: me resigno
en la matriz del dolor que me llamaré hasta que vuelvas.
El día calumnia
Mañana es el día calumnia de la semana, el amanecer será
un anciano, y la esperanza la minusvalía de una mosca desahuciada.
Mañana es el día adecuado para fundir la envidia y para que la
muerte recuerda al suicidio.
La venganza del salitre
En este amanecer renegado, con la malicia del cadáver agradecido,
sostengo el peso de mi isla; pájaro agonizando en el recuerdo, eslabón
crápula del primer suspiro. ¿Recuerdas cuando me quité la vida con el
arma que fue mi hasta nunca? Aunque te dejé mi nombre escrito en los
muros de la lactancia, sé que para ti soy un difunto vivo. Cuba, banquete
de sangre, torbellino incesante, siervo suplicando el tiro de gracia; agonía
del leproso heredero de la luna. Cuba, nublada por el vaho de tu historia.
¿Volverás a competir con la majestuosidad del pavo real?
CUENTO
Los hombres andan por arriba
Mi compañero de cuarto me comentó que la noche anterior yo había
tenido pesadillas. Subrayé la realidad de mi estómago. Salí a la calle.
El sol me hizo pensar que Madrid era La Habana. Tuve deseos de rebe-
larme, no sabía contra quién. Lo hice contra mí mismo. Me paré en una
de las esquinas que parecían zarandearse. La Gran Vía era una piel agu-
sanada. Los hombres parecían hongos al revés. ¿Qué rumbo tomar? El
reloj de una joyería, y el tiempo, no eran adolescentes. Eché a andar.
Era difícil no tropezar con alguien. Me encaminé hacia el comedor de
Auxilio Social para degustar la comida que nos daban a los refugiados.
Era escasa, triste como la necesidad. La cola de personas se extendía
adquiriendo la figura de una serpiente inexcusable. Las protestas, trans-
formadas en estiletazos, se esculpían en mis oídos.
Tras larga espera entramos al comedor un grupo de hambrientos. Me
senté. De pronto un plato se alojó frente a mí. Una mueca usurpó mis
labios: ¡El plato era azul; como un fragmento del cielo cubano! Una ni-
ña con una cesta de pan comenzó a repartir. Una monja con voz de ge-
peral de caballería, agarró a la niña por un brazo diciéndole mientras la
sacudía como si fuera una marioneta: Niña, ¿qué haces? ¿Cómo te atre-
ves a repartir el pan antes de rezar! La niña que, disimuladamente, es-
condía un pedazo de pan, cayó al suelo por la violencia con que la sacu-
dió la monja, que tenía la acritud arañándole el rostro. La pequeña se ha-
bía adelantando porque tenía tanto hambre como todos. No tenía más de
seis años.
Terminé de comer. Salí a la calle. Hubiese querido tener una peseta y
cincuenta céntimos para ir en el Metro hasta mi casa. Estaba cansado
por dentro. (El Metro me producía una sensación inédita). ¡Saber que
se movía por debajo de la tierra era nuevo para mí! ¡Hermoso saber
que los hombres andaban por arriba!
En la acera una mujer abofeteaba a un niño porque éste lloraba por
unas patatas fritas. Me pregunté algo que nadie pudo contestarme. Fue
como si hubiese soñado que la mentira vistiera sotana. Automática-
mente, me detuve delante de una vidriera que exhibía armas de fuego…
¡Pero eran de juguetes!
Madrid, 1964
* * *
En la portada, como en las páginas interiores, se reproducen acuarelas del pintor tinerfeño Domingo Cedrés Quesada.
Roberto Cazorla. Poeta, periodista y actor cubano. Nació en Matanzas. Desde 1963 reside en España. Trabajó durante cuarenta y un años en la Agencia EFE. Actualmente es corresponsal y colaborador del semanario Libre, publicado en Miami. Autor de una treintena de libros: de poesía, de cuentos y de relatos. En 1997 publicó Ceiba Mocha, reconocida autobiografía de su niñez cubana. Sus últimos títulos publicados son: Ciudadano de un archipiélago de ternura (2014) y La isla que me llamaré siempre (2016).
Perdido en la placenta del tiempo
de Roberto Cazorla.
2017; 112 pp. Colección Betania de Poesía.
ISBN: 978-84-8017-394-0.
PV: 12.00 euros ($15.00).
Pedidos directamente a: editorialbetania@gmail.com
EDITORIAL BETANIA (fundada en 1987).
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