“La ideología de un poeta, por detestable que sea, no puede alejarnos de la consideración de su poesía”.
GASTÓN BAQUERO
Con sumo pesar nos ha golpeado la noticia del fallecimiento, el pasado 5 de mayo, de un buen amigo: el poeta y periodista cubano Bladimir Zamora Céspedes (Cauto del Paso, 1952 – Bayamo, 2016).
En la década de los ’90, conocí a un nutrido y talentoso grupo de jóvenes escritores y poetas cubanos, residentes en la Isla, que comenzó a frecuentar las calles de Madrid: León de la Hoz, Efraín Rodríguez Santana, Nidia “Puchi” Fajardo (q.e.p.d.), Camilo Venegas, Alberto Lauro, Nelson Simón González y Bladimir Zamora Céspedes, entre otros. Llegaban a España con la intención primordial de acercarse a la figura de Gastón Baquero y conocer al poeta ausente de Cuba desde 1959.
En el caso de Bladimir, no solo comenzó a ser asiduo de la calle Antonio Acuña 5, domicilio madrileño del poeta de Banes, sino que se incorporó a varios proyectos de Betania como coautor de la antología poética Poesía Cubana: La Isla Entera (1995) y del libro Entrevistas a Gastón Baquero (1998). Además de asistir, durante sus prolongadas estancias en Madrid, a casi todos los actos de presentación de libros betanianos, como el de la antología poética antes citada en la madrileña Casa de América junto al diplomático español Ión de la Riva que moderó dicho acto.
Hasta nuestra participación de casi tres días en el “Homenaje Internacional a Gastón Baquero”, celebrado en Salamanca (1993), organizado por el amigo poeta Alfredo Pérez Alencart. Un año después colaboramos en la organización del evento madrileño “Jornadas de Poesía Cubana: La Isla Entera” en la Casa de América y la Universidad Complutense de Madrid (1994), auspiciado por la Secretaría de Estado para la Cooperación Internacional y para Iberoamérica del Ministerio de Asuntos Exteriores de España, con la asistencia de 24 escritores y poetas cubanos: 12 residentes en Cuba: Rafael Alcides, Guillermo Rodríguez Rivera, Pablo Armando Fernández, José Prats Sariol, Cleva Solís, Jorge Luis Arcos, Efraín Rodríguez Santana, César López, Delfín Prats, Reina María Rodríguez, Enrique Saínz y Bladimir Zamora Céspedes y 12 del exilio: Gastón Baquero, Heberto Padilla. Manuel Díaz Martínez, Nivaria Tejera, Pepe Triana, Mario Parajón, Pío E. Serrano, Orlando Rossardi, León de la Hoz, Alberto Lauro, José Kozer y Felipe Lázaro.
Desde esos años, fraguamos una gran amistad. Nos teníamos afecto, hermandad sellada por nuestro mutuo amor a todo lo cubano y a la poesía, a pesar de nuestras notables diferencias ideológicas. Respecto a nuestras diferencias de ideas, ambos respetábamos nuestro personal pensamiento político y eso nos permitió vislumbrar y alumbrar proyectos reconciliadores como la ya citada antología poética que realizamos juntos en 1995. Personalmente, creo que nuestra amistad sincera se fundó en ese espíritu de “La Isla Entera” basado en el respeto de las diferencias y en la defensa de lo plural.
Recuerdo que, en todos esos años de proyectos culturales compartidos, mantuvimos un fluido y respetuoso diálogo -no exento de encontronazos y discusiones casi bizantinas cuando profundizábamos en el tema cubano- cuyo hilo conductor puede resumirse en nuestro amor a Cuba y a la poesía.
Ante la noticia de su muerte, puedo asegurar que nuestra relación personal fue fraterna y prevaleció nuestra hermandad frente a la evidente diferencia de posturas políticas de ambos, como claros adversarios políticos que éramos; lo cual jamás nos impidió proseguir con nuestras interminables conversaciones y, precisamente, esa libertad y ese respeto mutuo permitió fraguar el “espíritu de la Isla Entera”.
Pienso que la fecha del fallecimiento de Bladimir, en estos días de mayo, no ha sido del todo una casualidad , sino más bien representa una gozosa y plausible señal, pues en un mes como éste también fallecieron sus dos grandes Maestros: Gastón Baquero -hace ya casi veinte años- y José Martí en el siglo XIX; siendo ambos los poetas que más influyeron en la vida de mi buen amigo.
Como homenaje al poeta ido, publicamos un poema suyo:
CETRO DE LA IMAGINACIÓN
Para Gastón Baquero.
solo tiene una mesa y otros cuantos artilugios
traídos del rastro de los sueños
y pretende contarme toda historia:
el tronco de la primera cuerda
el abismo donde se perdieron las amarras
y estos cabos sueltos donde ahora bailan nuestros cuerpos.
un hombrecito hecho apenas para lo imprescindible
derrama el mantel ante nosotros nos vierte el agua.
lo ve marcharse y hace un amplio acordeón con las manos
como si desplegara la cartografía de la isla
y se siente sobre la madera resobada
la sorda crepitación las yerbas en andas
el descuelgue repentino de un remoto verano.
él es un cetro de la imaginación.
frota la voz entre sus dedos
y las fotos sujetas en el sepia
cobran otra vez el timbre de entonces:
se ve a los hombres que corren incesantes
por los camino y cantan y se complican
en un apretado y frágil remolino
como si fuera la tormenta del juicio final
y salen luego del mal paso con el espasmo de una carcajada.
corren y cantan y corren
siempre con una bandera clavada entre los hombros
cualquiera diría que repentinamente lloran
cuando en realidad sencillamente cantan.
las familias enteras trasiegan la carretera central
buscándose la vida
espantándose el polvillo impertinente de la incertidumbre
con las aves imprescindibles
el perro que siempre los prevendrá
de una mala curva en lo oscuro
y la imagen de la caridad que es definitivamente
la cuarta y providencial pata de la mesa.
tardan las carnes en su vuelta del horno y las guarniciones
por eso les brindo el vino de la casa
ha dicho el leve sirviente de antes
y se vuelve a perder en el humo zumbón de la cocina.
no le escuchamos
yo porque atiendo solo al tablado interminable
donde él va colocando otras piezas y colocándose
en ese mecanismo invencible que es el hombre haciendo lumbre
en sus paisajes
y él porque ya se apresta a dejar el reino del entonces
aquellos tranvías de tan generosa y lenta velocidad.
alza los brazos como diciendo: estoy en vuelta abajo
entra de nuevo en la ciudad
la recorre con la misma fruición con que el ciego
dibuja en su tacto las aristas.
está otra vez sobre el labio del mar
y salta el pez de su memoria a saludarlo
sobre el misterioso bastidor de las sales.
voy tras él soy el guajiro curioso
el recién llegado en aquella montaña de plátanos
y él luce desenvuelto sonrisa y dril blancos.
hemos cogido a un tiempo las jarras pacientes del vino.
me incita a la barra de aquel bar de la calle concordia
que hace tiempo duele como una carie
las ruinas elevan el fuego fatuo de la victrola
y él pide aguardiente para mí.
brindamos sin impostación
estamos en la menuda fiesta que alumbra por encima de las viejas torres
un repique de manos que parece interminable.
vuelve al punto el hombrecito del fondo
con las carnes las viandas las verduras y otro palmo de vino.
él se levanta gracioso como un adolescente
mira con malicia el jolgorio de los alimentos y me dice:
arrímese que es con voluntad.
parece un sonero insinuándonos la clave.
(Bladimir Zamora Céspedes).
Poema tomado de la antología Poesía Cubana: La Isla Entera (Betania, 1995); págs. 223-228.
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Desde este exilio ya vitalicio, me uno -con mi más sentido pésame- al dolor de su mamá, hermano y demás familiares de Bladimir. Extiendo mi abrazo fraterno al resto de amigos mutuos, como el cineasta Kiki Álvarez, los poetas Sigfredo Ariel y Arístides Vega Chapú, los diplomáticos españoles Fidel Sendagorta y Carlos Barbáchano, los pintores Waldo Balart, Xavier Guerra y Zaída del Río, el cantautor Carlos Varela, el escritor Joaquín Borges, Deborah Fajardo, David Gastón Gall Concina y tantos otros que en España, Cuba o en el destierro recordamos hoy al amigo ausente.
¡Descansa en paz, amigo Bladi!
Felipe Lázaro
Mayo, 2016.
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Bladimir Zamora Céspedes (Cauto del Paso, 1952 – Bayamo, 2016). Poeta, periodista e investigador cubano. Licenciado en Estudios Cubanos por la Universidad de La Habana y especialista en programas de radio y televisión. Durante años ha ejercido el periodismo y la investigación histórica. Miembro de la UNEAC.
Desde los años 80, casi hasta su fallecimiento, colaboró en la revista El Caimán Barbudo. En Radio Ciudad de La Habana dirigió y condujo el programa “Pisando el césped” y el espacio “Entre 8 y 10”, que dirigió junto a Alejandro Zayas Bazán. Durante años colaboró en las revistas cubanas: Casa de las Américas, Cine Cubano, Revolución y Cultura, La Nueva Gaceta, Santiago, La Gaceta de Cuba y la nicaragüense Nuevo Amanecer Cultural-
Trabajó como asesor de Semilla del son (Colección de música tradicional cubana, publicada en España a partir de 1992, bajo los auspicios del cantante español Santiago Auserón). En 1993 coordinó el Encuentro del son cubano en la madrileña Casa de América y asistió al Homenaje Internacional a Gastón Baquero: Celebración de la existencia, celebrado en Salamanca. En 1994 participó en las Jornadas de Poesía Cubana: La Isla Entera en la madrileña Casa de América y en la Universidad Complutense de Madrid y, ese mismo año, presidió la participación cubana del Primer Encuentro entre el son y el flamenco en Sevilla. También, en esa ciudad andaluza, creó la Fundación Afrohispanoamericana CEIBA en 1997.
Bibliografía: Sin puntos cardinales (La Habana, 1987) y Ejercicios del corazón (Madrid, 1998). Autor de la antología Cuentos de la remota novedad (La Habana, 1986), del libro Papeles de Panchito (La Habana, 1988), compilación de los escritos de Francisco Gómez Toro, hijo de Máximo Gómez Báez y de los cancioneros: Cualquier flor…de la Trova Tradicional Cubana (2005), Una guitarra, un buen amor (2007) y Trovadores de la herejía (2012).
Coautor, junto a Felipe Lázaro, de la antología Poesía Cubana: La Isla Entera (Madrid, 1995) y del libro Entrevistas a Gastón Baquero (Madrid, 1998).
Su poesía ha sido seleccionada en las antologías: Nuevos poetas 1974 (La Habana, 1975), Poetas de la Colina (La Habana, 1977), Imágenes de la mujer (La Habana, 1980) Usted es la culpable. Nueva poesía cubana (La Habana, 1985), Poesía Cubana: La Isla Entera (Madrid, 1995) y en Poderosos pianos amarillos. Poemas cubanos a Gastón Baquero (Holguín, 2013), entre otras.
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