Nos complace presentar el poemario Vientos en el terrado (Betania, 2024), del poeta cubano Rafael Vilches Proenza, que reside en Madrid.

Lo primero que el lector podrá ver es que se enfrenta a un libro distinto, apoyado por las ilustraciones de Ana Díaz Naranjo, también escritora, con quien el poeta Vilches ha compuesto una sinfonía. Digo enfrentar porque el dolor y el abandono, el recuerdo y la nostalgia, se convierten en una carta de identidad en un contexto en el que nosotros mismos nos podemos imaginar, y al cual no podemos dar la espalda.

Si bien una cantidad significativa de los poemas son de amor, es imposible sustraerse a la incertidumbre que transpiran los poemas por la lejanía del ser amado, de la soledad y la necesidad de que la familia pueda vivir feliz unida, en un contexto de una aridez significativa en la que el amor parece ser una balsa difícil de tripular para sobrevivir.

El papel de las ilustraciones de Ana Díaz es particularmente notable, ya que no se ciñen a acompañar los textos, sino que alcanzan un protagonismo por el cual interactúan con los versos del poeta, como si uno y otro estuvieran obligados a vivir juntos.

El libro se puede adquirir en Barnes and Noble en la siguiente dirección siguiendo el enlace: Vientos en el terrado

Esperamos que al lector también le pueda gustar este viento que Betania a querido hacer libro. Les dejamos cuatro poemas para empezar a leer.

Testimonio

Soy piedra donde el pecho sangra.

La casa que perdí está en el polvo del camino. 

Acércate, alma mía,

convérsame, 

no hagas de mi sangre el sacrificio.

Que salten los soles que arrastro. 

Sane mi llaga con tu herida.

Contrapunteo

El Sol se fragua y fragmenta,

se multiplica en la alcoba. 

Siluetas, frutas cruelmente sazonadas,

por la ventana enfilan los ojos. 

Es un voyeur,

luna intrusa te lame y transpiras en su boca,

emerges y es imposible saber dónde mana el oro,

el ojo fugitivo.

No me someto

solamente a la forja de tu cuerpo.

Y si murmuro

Si mis labios dicen libertad 

impongo mi corazón

por esta isla que son mis ojos atravesados por el mar,

por los hombres que conozco 

o la mujer que amo,

mi voz suena hueca 

y mis pasos no dan con su destino,

me desgarro hasta la deslealtad,

disiento 

y el silencio de estos años me protege.

Dios mediante 

El mundo es una piedra 

y duele, 

bandera clavada al pecho. 

Res que sangra

          a voluntad 

                   en el matadero.

RAFAEL VILCHES PROENZA

(Cuba,1965). Reside en Madrid. Lic. en Artes plásticas. Narrador, poeta y periodista freelance. Miembro de Honor de la Unión Nacional de Escritores de España. Ha obtenido numerosos premios, entre los que sobresalen los de poesía Dulce María Loynaz por La luna entre nosotros (2019), y de narrativa Reinaldo Arenas por Sálvame si puedes (2021). Recientemente le fue concedido en España el 1er Premio del III Concurso Nacional de Poesía y Cuento CIEMPOESÍA (2024).

Títulos del autor:

POESÍA: La luna entre nosotros, (2019) (Premio de Poesía Dulce María Loynaz); Lunaciones, (2012, 2020); Dulce café, (2020); Café amargo, (2014); Antología de la poesía oral-traumática y cósmica de Rafael Vilches Proenza, (2019); Dura silueta la luna, (2003); El único hombre, (2005) (Premio Nacional de Poesía, 2004) ;País de fondo, 2011 (Premio Nacional de Poesía, 2010); Trazado en el polvo, (2006) (Premio Nacional de Poesía, 2005);Tiro de gracia, (2011) (Premio Nacional de Poesía, 2008); De la Isla cárcel a la flor de la libertad, (2023).

NOVELAS: Ángeles desamparados, (2001, 2012, 2016); Sálvame si puedes, (2021), (Premio de Narrativa Reinaldo Arenas); Inquisición roja, (2019)

ANA ROSA DÍAZ NARANJO

Escritora cubano-española. Artista de la plástica, de audiovisuales y actriz. Graduada de Teatro para niños y de títeres. Delegada del The Cove Rincon (Capítulo España) y miembro de la Unión Nacional de Escritores de España. Fue beneficiada en 2023 con la Beca de Resiliencia para Artistas Cubanos en su primera edición. Ha publicado los libros de poesía Pasos en el borde (Cuba, 2003), Profecías del Arquero (Cuba, 2008), Otra vez el cielo (Venezuela, 2013), entre otros, y las novelas El hueco (Alemania, 2020), Rani y la charca misteriosa (2020, 2021), La ruta del encuentro (España, 2023)


Vientos en el terrado, de Rafael Vilches Proenza.
2024, 110 pp. Colección BETANIA de Poesía.
ISBN: 978-84-8017-463-3.
PV: 8.99 $.

Fragmento del libro La Cuba del siglo XIX (Betania, 2024) de la escritora española Inés Ceballos; publicado en Hypermedia Magazine (EE UU).

Los criollos habían admitido a David Turnbull como socio corresponsal de la Sociedad Económica de Amigos del País en su primera visita a Cuba y ello acabó desatando las iras del Capitán General Gerónimo Valdés.

David Turnbull fue cesado de su cargo en 1842 de la Sociedad Económica y se trasladó al Pontón Romney, un buque británico, en el que ponerse a salvo. Después empezaría a organizar un plan para poner fin a la soberanía española en Cuba y asegurar la abolición de la esclavitud. Se supone que fue entonces cuando inició un plan de rebelión contra España. 

El plan de Turnbull era claro: 

1. Todos los colaboradores blancos nativos y gentes de color se unirían para luchar por la independencia de Cuba. 

2. En una proclama se expondrían las causas por las que Cuba se separaba de España y se declararía traidor a todo hombre libre, blanco o de color que no se alistase bajo la bandera de la libertad. 

3. Se permitiría tomar las armas por la independencia a todo nativo esclavo que se presentase voluntario.

4. Los principios y objetos de la revolución se darían a conocer inmediatamente al gobierno de Su Majestad británica. 

5. Se procedería a la inmediata emancipación de los esclavos para asegurar su libertad y no comprometer la seguridad de sus amos.

Domingo del Monte afirmó después a sus conocidos, cuando le inculparon en el proceso de la Escalera, dada su amistad con el cónsul inglés, que “aunque me eran conocidos de mucho tiempo antes los manejos de los abolicionistas ingleses, no hubiese creído que llegasen al extremo de intentar una invasión”.

Del Monte y el grupo liberal protestaron en su momento ante la decisión del cese, pues eran contrarios a la trata y parece ser que se dejó sin efecto la expulsión y que al poco le readmitieron gracias a la ayuda del director de la Sociedad Económica, José Luz y Caballero, que además tenía personal amistad con Turnbull. Aquello les generaba enemistad con el gobernador de la Isla.

Era una advertencia al gobierno colonial de que los cubanos de aquel grupo selecto si no eran abolicionistas nativos sí consideraban amigo al país que había tratado de aminorar la esclavitud en Cuba.

Si bien es cierto que los que secundaban las reivindicaciones de Turnbull decían que desconocían que este hubiera tramado una revolución para establecer la igualdad social en Cuba, lo que hubiera dado a los negros la dirección política del Estado y hubiera privado a los blancos de sus esclavos, principal fuente de fortuna.

El plan de Turnbull era inviable, en tanto que ambas razas desconfiaban entre sí la una de la otra, la libertad del esclavo era rechazada por la mayoría de la población blanca.

Los abolicionistas británicos hacía tiempo (desde 1838) que habían iniciado un movimiento secreto orientado a la separación de Cuba de la soberanía española. Turnbull había investigado en diversos lugares de la Isla sobre la fecha en que habían sido introducidos los esclavos en las plantaciones. 

Con el sector liberal de la burguesía, Turnbull mantenía buenas relaciones. El escocés ya había tenido tiempo de entablar más que amistad por el tiempo que llevaba en la Isla con Domingo del Monte y su círculo (Luz y Caballero, Aldama, Alfonso, Betancourt, González del Valle) y hacerles cómplices y conocedores a todos ellos de sus planes abolicionistas. 

“Turnbull y del Monte eran amigos, se visitaban y se escribían”, diría González del Valle. Del Monte suministraba a Turnbull los datos que éste necesitaba para sus labores antitratistas, del Monte estaba más que complacido por la acción de un emisario extranjero en contra de la trata de esclavos.

Hasta el 22 de junio de 1842, fecha de la expulsión, Turnbull era un apóstol, un misionero de la eliminación de la trata pero, a finales de ese año, cambia la opinión sobre Turnbull en los círculos cubanos, porque no interesa que les relacionen con sus planes revolucionarios. 

Para Del Monte, pasa de ser un amigo, un héroe, hasta la posición de peligroso enemigo que quiere hacer realidad su proyecto embrionario. 

Todos aborrecían la esclavitud, pero se suponía que salvo rara excepción eran partidarios de la abolición gradual y no de la revolución. Los planes secretos del inglés Turnbull le fueron revelados a Del Monte por Mr. Ross Cocking y éste temió que dada la amistad que les unía le vieran como colaborador.

Turnbull conocía a hombres libres de color que eran líderes en su comunidad, mientras que su ayudante Cocking se unía con la gente rica, talentosa e influyente de Cuba para redactar un manifiesto: este aparecerá en el Antislavery Reporter, de donde Cocking era corresponsal. 

Los blancos y negros promoverían que se hiciera una declaración de independencia y los que lucharan por todo ello recibirían la libertad. Habría para ello que asegurar la seguridad de los amos, pues Cocking quería acometer la revolución, como lo indicaban sus viajes a Trinidad, Santiago, Manzanillo y Cienfuegos, pero los blancos seguían preocupados por el impacto del fin de la esclavitud en la prosperidad de la Isla.

Entre los planes estaba que cesara la importación de esclavos, que se fomentase la inmigración blanca y ello podía conducir de modo inexorable a la insurrección de esclavos y a la ruina del país, aun sabiendo que la esclavitud estorbaba al verdadero progreso de la libertad política en la Isla. Cocking generó la idea de que los británicos iban a invadir la Isla si el tráfico de esclavos continuaba.

Del Monte pondría los hechos en conocimiento del gobierno de los Estados Unidos, como lo demuestra la carta de 20 de noviembre de 1842 a Alexandre H. Everett, denunciando los planes conspirativos de los diplomáticos británicos de La Habana. El nombre de Everett fue mantenido en secreto, cuando la denuncia llega a las autoridades norteamericanas y españolas. 

Del Monte, le comunica a Everett: “El gabinete inglés y los abolicionistas británicos están exasperados por la mala fe española en el cumplimiento de los convenios y han decidido poner fin a la esclavitud en Cuba por otras vías, como son a través de la presencia de agentes y espías por la Isla con el objetivo de establecer una república bajo la protección de Inglaterra”.

Según Del Monte, los abolicionistas contaban con la ayuda de fuerzas navales británicas en Jamaica y con la colaboración del General Mariño. Esto daría lugar, según Del Monte, a la fuga de los blancos arruinados y el establecimiento de una república militar negra dominada por Gran Bretaña. 

Esto estimularía el conflicto entre el Norte y el Sur de Norteamérica. Del Monte si da este paso es porque poseía pruebas abundantes de hechos ciertos y comprobables. Sus datos coinciden con los de Ross Cocking.

No cabe duda que el giro que estaban dando las gestiones del inglés, el giro de rumbo, hacía que estuviera torciéndose hacia senderos inaceptables para la clase dirigente cubana, que deseaba evitar brotes de violencia a toda costa y una conspiración separatista y abolicionista.

Desde el comienzo de la prohibición de introducir esclavos en Cuba, en 1821, entraban cada año unos 20.000 negros de modo clandestino. El desencanto de los cubanos era muy grande y no tardaron en ocurrir sucesos que preocuparían aún más a la población, como eran las sublevaciones y las conspiraciones de esclavos producidas a partir de 1840.

Las sublevaciones de esclavos siempre habían sido frecuentes en Cuba, pero limitadas a grupos aislados, por lo que no se les daba mayor importancia hasta que esas importaciones hicieron que en 1841 hubiera ya más esclavos que blancos.

Los negros, sumando hombres libres a los esclavos, componían el 58 por ciento de la población de la Isla. Hubo un momento en que los esclavos, más numerosos que los blancos, eran los protagonistas de las sublevaciones, las cuales se sucedían cada vez en más cortos intervalos y empezaron a ser extensas y peligrosas.

En 1841 hubo varias en la ciudad de La Habana (una de ellas protagonizada por los esclavos que trabajaban en la construcción del palacio de Aldama) y raro era el año que no se registraba alguna. En las zonas de los ingenios y cafetales, donde era más densa la población esclava, los brotes de rebeldía eran agudos, las sediciones se repetían y propagaban de dotación en dotación, con la peligrosa facilidad con que empleaban la candela para encender la mecha en los cañaverales de los ingenios como principal medio de combate contra sus amos.

En 1842 cambia la actitud de la burguesía, los habitantes de la Isla están desconsolados: se dan cuenta de que Turnbull ha tomado el camino de la conspiración, cuando ellos querían iniciar un camino legal y pacífico y no ir por la vía de la conspiración.

Era evidente que la actitud del gobierno inglés y las actividades de sus agentes en Cuba, alentaron, en los grupos de esclavos mejor informados o dispuestos, el deseo de conquistar su libertad.

Nuevas sediciones y rumores de que los ingleses alentaban una sublevación general, apoyada por un ejército haitiano que pasaría a Cuba en barcos ingleses, causaron entre los blancos de la Isla una ola de miedo de la que nadie escapó. Comienza una etapa de desaliento y desconfianza en la que los ingleses buscan la emancipación y el estado de alarma general en la Isla, y lo consiguen.

Las corporaciones oficiales más importantes de La Habana piden al gobierno metropolitano que ponga fin al tráfico negrero. Algunos, incluso, intentan entrometer a Estados Unidos en el problema de Cuba. 

Hacia abril de 1842, Turnbull y Del Monte se siguen escribiendo. Cuando se corre la voz de que Turnbull ha sido expulsado de la Isla, los propietarios de las tierras creen que ahora podrán engañar al gobierno inglés y continuar con el contrabando negrero. Hasta entonces, los amos de esclavos habían multiplicado las medidas de precaución por lo que pudiera suceder.

Luz y Caballero quiso reinstalar a Turnbull en la Sociedad Patriótica a mediados de 1842. Pero en 1844, al defenderse de las acusaciones de haber participado en la conspiración dirigida por Turnbull, distingue dos épocas muy diferentes de las actividades de éste.

Véase la carta de Luz a OʼDonnell, el 23 de agosto de 1844, en la que felicita a OʼDonnell “por haber desbaratado la conspiración salvando a esta Isla de sus horrorosas consecuencias”.

Luz defiende a Del Monte cuando le pregunta el fiscal y Luz niega que aquel tuviera ideas separatistas y abolicionistas. Pero no defiende a Turnbull, no dirá ni una palabra en su defensa. Luz defendía al Turnbull apóstol, pero no al Turnbull conspirador: “Es menester distinguir épocas”, dirá.

La tendencia anexionista como solución salvadora

La tendencia anexionista no era nueva en Cuba y, desde principios de siglo XIX, hubo quienes pensaron que la salvación de los blancos de la Isla estaba en colocar ésta bajo la bandera de los Estados Unidos.

“A España hay que arrancarle las concesiones políticas con el puñal de la anexión en el pecho”, dirá Gaspar Betancourt Cisneros.

Muchos cubanos iban a volver los ojos a los Estados Unidos, sobre todo quienes habían vivido en ese país con anterioridad, como estudiantes. Los Estados Unidos temían que Inglaterra quisiera apoderarse de Cuba. Y muchos norteamericanos del sur tenían interés en que Cuba se anexara a su país.

Allí todavía existía la esclavitud, por lo que podrían seguir disfrutando de sus esclavos sin que les inquietase la intromisión de los abolicionistas ingleses y vivir sin temor a la abolición instantánea.

Betancourt fue un hombre de acción y, junto a José Luis Alfonso, fundó células conspirativas conocidas como “Club” en La Habana, Puerto Príncipe y Santiago de Cuba.

Con la anexión, los habitantes de la Isla, gozarían de una vez de las ventajas del régimen democrático. Si Cuba se unía a los Estados Unidos, gozarían de los derechos y libertades de los norteamericanos y del apoyo de una nación poderosa para dominar las rebeliones de esclavos, la posible revolución de los negros, y podrían oponerse a las pretensiones antiesclavistas de Inglaterra.

Con el apoyo de EE. UU. no tendrían que enfrentarse a una larga guerra que destruyese la riqueza de la Isla ni provocase insurrecciones entre los esclavos. Y podrían disfrutar de las relaciones comerciales cada vez más intensas entre Cuba y Estados Unidos.

Inglaterra veía con preocupación el movimiento anexionista cubano, por cuanto podía romper su hegemonía en el Caribe. Retiró sus cruceros de las costas de África y dejó de perseguir a los negreros.

Las ideas de José Antonio Saco contra la anexión de Cuba a los Estados Unidos y la defensa de la nacionalidad cubana, le ganaron el odio de las autoridades españolas, que le obligaron a vivir en el destierro el resto de su vida.

“Una revolución en medio de miles de esclavos negros solo podía provocar la ruina en la Isla”, había vaticinado Saco. La clave de su mensaje estaba en la reivindicación de la nacionalidad cubana, para lo cual no escondía que lo ideal era el blanqueamiento de la población, para llegar a esa Cuba cubana que defendía.

Muchos creían ver en los poderosos vecinos del Norte la solución a los males de la Cuba colonial. Los peligros internos provenían de las instituciones que regían en Cuba, pues eran despóticas en todas las ramas de la administración pública y el gobierno era arbitrario.

El tiempo falló a favor de Saco. Su aspiración era no solo que “Cuba fuese rica sino ilustrada, moral y poderosa, una Cuba cubana y no angloamericana”.

Saco era enemigo de la revolución y de la anexión, pero también de las instituciones que tiranizaban la Isla de Cuba.

En 1847 había nacido el movimiento anexionista, unido al disgusto que producía el mantenimiento del régimen absoluto de los capitanes generales. Pronto se formó en un partido con numerosos adeptos en Cuba y en los Estados Unidos, que trató de ejecutar sus proyectos valiéndose de las armas.

En Nueva York se creó el Consejo de Gobierno Cubano y se fundó La Verdad, dirigido por Gaspar Betancourt Cisneros, para trabajar por la anexión.

Al propio Saco le habían ofrecido diez mil pesos para que se incorporase a las filas de los anexionistas y dirigiese el periódico en Nueva York, pero él solo veía en ese proyecto males para sus amigos y desgracias para Cuba.

El presidente Polk llegaría a ofrecer 50 millones a España por Cuba, pero fueron rechazados por España.

Estados Unidos era un país admirado, sobre todo por la sociedad blanca cubana dominante. Los planes anexionistas despertaban mucha simpatía entre los estados del sur, pero para Saco, no: “No seamos el juguete desgraciado de hombres que, con sacrificio nuestro, quisieran apoderarse de nuestra tierra, no para nuestra felicidad sino para provecho suyo. Tanto la guerra, como la conspiración, es desolación para nuestra patria. Suframos con estoica resignación el azote de España, pero procuremos legar a nuestros hijos, sino un país de libertad, al menos tranquilo y de porvenir, demos glorioso ejemplo a nuestros compatriotas y Cuba, nuestra Cuba adorada, será Cuba algún día”.

Reformismo / Anexionismo

En 1845, el anexionismo le arrebatará el cetro al reformismo. Cada día que pasaba era más evidente que el movimiento reformista no iba a conducir al bienestar de Cuba.

En a Isla, cada vez tenía más sentido lo preconizado por David Turnbull: abolir la esclavitud, mecanizar la industria azucarera y contratar asalariados con mayor capacidad técnica que los esclavos, introducir una democracia y, por ende, un progreso económico-social.

Surge la idea de incorporación a los Estados Unidos, algo en lo que los hacendados criollos ven la tabla de la salvación. De 1845 a 1855 el anexionismo será la corriente política predominante entre la clase terrateniente cubana. El reformismo continuaría de la mano de José Antonio Saco, Luz y Caballero, y Domingo del Monte.

Una serie de factores internos y externos determinan la actitud anexionista, que al principio estuvo limitada a grupos de dueños de ingenios y magnates azucareros como José Luis Alfonso, Miguel Aldama y Cristóbal Madan, reunidos en el Club de La Habana.

En 1844 se había instalado la primera vía férrea en Oriente, que corría desde el Cobre hasta Punta del Sol en la Bahía de Santiago de Cuba. En Las Villas, para 1849, quedan unidos Cienfuegos, Villaclara, Remedios y Caibarién. Trescientas treinta y dos millas en vías férreas. Los ingleses han invertido en el monopolio del ferrocarril 10.382.000 dólares.

En 1853 se instala la primera central telegráfica en La Habana que cubre, poco a poco, a las principales ciudades del país. El servicio de correos progresa rápidamente. El comercio con los Estados Unidos alcanza la cifra de 15 millones de dólares, mientras el de España era de tres millones de pesos. Desde 1840, el ingenio seguía siendo el principal centro de producción.

Para el Censo de 1846 se destaca el número de 1442 ingenios, 252 movidos por máquina de vapor, aumentando las ganancias. Solo la máquina de vapor podía salvar a los dueños de los pequeños ingenios de sucumbir a la competencia en el mercado mundial.

Pero había un obstáculo: el sonado fracaso de los reformistas, al no ser aceptada la delegación cubana en las Cortes, lo cual indicaba a los productores que no se accedería a las demandas imprescindibles para el desarrollo económico de la clase terrateniente. Si esta clase se sentía marginada del aparato estatal, ¿de dónde iban a sacar el capital requerido para emprender las reformas industriales?

Además, para introducir la maquinaria habría que abolir la trata y la esclavitud después. Este hecho iba a revolver los ánimos encendidos de los esclavistas, haciéndolos más reaccionarios y retrógrados.

Inglaterra seguía presionando a España, que le exigía que la esclavitud fuese eliminada en Cuba. Esta situación se acentuaría con la vuelta en 1846 a Inglaterra de un ministro de ideas francamente abolicionistas. En estas circunstancias, los hacendados se aferran a la idea de propiciar la anexión a losEstados Unidos, donde aún se mantenía la esclavitud, como un modo de perpetuar la odiosa institución.

La sola idea de una revolución los llenaba de zozobra y espanto. Los Estados Unidos podían obviar la necesidad de una insurrección, interviniendo militarmente y apoyando la esclavitud.

El anexionismo contó con simpatizantes en Sancti Spiritus, Puerto Príncipe, Cienfuegos y Trinidad. Sus principales líderes fueron el general del ejército español Narciso López, nativo de Caracas y organizador de la conspiración de la Mina de la Rosa Cubana; Salvador Cisneros Betancourt y Gaspar Betancourt Cisneros.

Este último logró publicar sus artículos de colonización en Puerto Príncipe, algo que para otros era “fruta espinosa e indigesta”. Estos artículos aparecerían en La Gaceta de Puerto Príncipe y se publicaron también en La Aurora de Matanzas, a pesar de que las autoridades de la Isla lo vigilaban.

Ya entonces había un endurecimiento claro de la censura respecto a los escritos que, de cerca o de lejos, atañían a la esclavitud, y que se inscribirá en el contexto del incremento de las revueltas de esclavos que se produjeron en la zona occidental de Cuba a mediados de 1843. El principal rival del anexionismo acabó siendo José Antonio Saco, convirtiéndose en la voz más alta contra la anexión.

Fuente: https://hypermediamagazine.com/literatura/ensayo/cuba-en-su-etapa-anexionista-1843-1855-ines-ceballos/

Presentamos el libro de ensayo La Cuba del siglo XIX. Primeros pasos políticos hacia la independencia de España. (Desde las primeras manifestaciones de nacionalidad a la Guerra de los Diez Años) de la escritora española Inés Ceballos Fernández de Córdoba.

En las páginas iniciales de esta obra, su autora nos sintetiza su intenso trabajo investigador que culmina en este texto, como nos señala en el Prólogo:

«El objetivo central de este ensayo es hacer un recorrido por la «Reina de las Antillas» durante la primera mitad del siglo XIX y estudiar el poder omnímodo de los Capitanes Generales y la consideración de la isla de Cuba como una colonia, privada del acceso a las instituciones.

La idea principal es demostrar cómo en la década de los treinta un grupo de pensadores criollos, siguiendo las peticiones para España de sus antecesores, formados en el habanero Seminario de San Carlos, y viendo el desarrollo económico que se producía en la isla con la explotación de ingenios y cafetales, gestó una corriente de pensamiento de tipo reformista con el ánimo de que los criollos pudieran participar, como el resto de provincias españolas, en la toma de decisiones políticas y custodiar en la isla dos ingredientes de difícil ensamblaje: la emoción del patriotismo de antaño -que les vinculaba a la metrópoli- unido a nuevos anhelos de libertad que reclamaban mayor participación en los asuntos políticos que atañían a España.

Ya, desde el siglo XVIII, los terratenientes criollos habían hecho reclamaciones al gobierno español solicitando de la metrópoli ciertos cambios políticos y económicos en beneficio de la isla de Cuba. Entre las peticiones de este grupo de criollos blancos estaba la posibilidad de ocupar cargos públicos de representación y poder participar, de este modo, en la toma de decisiones políticas de la península como el resto de los españoles peninsulares. Querían ser tratados como provincia y no como una colonia subordinada a los intereses económicos de la metrópoli.

Por otro lado, en los círculos intelectuales habaneros prevalecían entre sus componentes las luces reformistas ilustradas traídas de Europa. Este grupo de pensadores, iría mostrando su pensamiento liberal y sorteando la censura del régimen colonial a través de sus escritos para hacer una elevada acusación contra el régimen despótico de los Capitanes Generales en Cuba.

Durante la década de los treinta hubo un despliegue floreciente del periodismo y del costumbrismo literario cubano que se tradujo en un «fresco animado de la vida colonial, el espectáculo de una sociedad acomodada que se apoya en el trabajo esclavo, en el sufrimiento y humillación de miles de hombres». Poco a poco surgían nuevos periódicos, se convocaban tertulias a escondidas de las autoridades, se intercambiaban misivas y se celebraban reuniones de las sociedades patrióticas con el ánimo de exacerbar sus reivindicaciones. Las cartas que se intercambiaban los intelectuales habaneros, muchas de ellas bajo seudónimo, eran siempre contra la trata y críticas con la actitud despótica del gobierno.  En la sociedad cubana había una dicotomía entre la vida del campo y la vida en la ciudad: cada vez generaba más rechazo el contraste entre el desarrollo de las principales ciudades, unido en sus costas a la silueta «infame»  de los barcos de esclavos que se aproximaban a Cuba, su llegada a puerto y las pésimas condiciones en las que vivían los negros en los barracones de los ingenios, a pesar de ser la mano de obra esclava la principal fuente de riqueza de la isla que se ocultaba a los ojos del mundo.

La cuestión de la esclavitud era sumamente delicada para todos los habitantes de la isla. A pesar de que esos intelectuales criollos tenían una posición claramente reformista, eran defensores de un nuevo patriotismo y condenaban la trata negrera, muchos de ellos guardaban relaciones cercanas con los hacendados y sus familias, es decir que estaban comprometidos de algún modo con los intereses esclavistas. Al elegir los intelectuales criollos el tema de la esclavitud para moralizar con sus escritos, la censura les dejaba poco espacio de expresión, por lo que o hacían denuncia solapada en sus artículos o muchos de sus escritos o novelas acababan durmiendo en los cajones sin llegar a publicarse. Había muchos peninsulares, hijos de españoles, afines al gobierno de España, pero seguían siendo cada vez más los criollos los que enarbolaban una nueva clase social, poseedores de ideas reformistas y deseosos de participar de la vida pública, acabar con la trata negrera y fomentar la inmigración de colonos blancos, entre otras cosas para recuperar la paz en la isla, donde el número de negros no hacía sino que aumentar cada vez más poniendo en peligro la tranqulidad de sus habitantes.

Aunque los reformistas rechazan a priori cualquier forma de lucha violenta contra el colonialismo español, aquella actitud hostil y reticente del gobierno de España contrario a la participación de la nueva clase criolla reformista en la toma de decisiones -entre otras cosas por el mestizaje y la segregación racial existente en la isla- fue una provocación que condujo inexorablemente  a caldear los ánimos de segregación entre la población de la isla y buscar sus habitantes vías menos pacíficas. En este proyecto conspirativo, este grupo de intelectuales iba a estar respaldado por los emisarios ingleses que acudían a la isla para labores de vigilancia de la trata de esclavos y que veían con buenos ojos que se produjera cuanto antes el fin de la esclavitud en las colonias. Hasta entonces, los criollos acaudalados habían acatado órdenes de los Capitanes Generales y se habían mostrado afines al régimen tradicional que les exigía fidelidad a la Corona española.

El punto álgido del enfrentamiento entre peninsulares y reformistas se produjo en 1837, a raíz de la expulsión de los diputados de Cuba y Puerto Rico de toda posibilidad de representación en las Cortes españolas. La exclusión de los tres diputados cubanos produjo un giro importante en las conciencias de los terratenientes cubanos que empezaron a ver con escepticismo la posibilidad de que algún día la metrópoli concediera reformas que a medio y largo plazo llegaran a favorecer sus intereses. En realidad, había llegado la hora de alzar su propio vuelo.

Los principales intelectuales criollos,  entre los que se encontraban Domingo del Monte, Jose de la Luz y Caballero, y José Antonio Saco, comenzaron a generar a través de sus tertulias y contactos con el exterior, una corriente de pensamiento separatista y divergente con respecto al régimen de Capitanía General instaurado por España. Estos pensadores reformistas, con el único ánimo de defender la incipiente identidad nacional cubana, buscaban impulsar entre los blancos criollos la conciencia de una nueva nación emergente, una moderna nación cubana que debía ante todo defender sus principales fuentes de riqueza y preservar su identidad como nación si quería sobrevivir en el tiempo como patria y no depender de la metrópoli para su supervivencia. «Si Cuba fuera una de las muchas islas que por su pequeñez, esterilidad e insuficiencia jamás pudiese figurar en el mapa geográfico sin atender el pasado ni el futuro, consultando ciertas ideas e intereses, yo sería el primero en pedir su agregación a los Estados Unidos, pero una isla que es de las más grandes del globo y que encierra tantos elementos de poder y de grandeza es una isla que puede tener un brillante porvenir», dirá José Antonio Saco.

Los elementos de poder y grandeza eran las riquezas autóctonas de la isla, las propiedades agrícolas denominadas ingenios, las cuales eran explotadas por la clase terrateniente -la llamada sacarocracia criolla- y en donde se empleaba la mano de obra esclava en los campos y en los trapiches. Pero para poner en marcha toda aquella maquinaria reformista era el deseo de los intelectuales que la abolición de la escavitud se hiciera de modo gradual, sin sacudimientos ni violencias, sin perjudicar los intereses económicos, políticos, culturales y sociales de la clase terrateniente. Los trapiches de madera serían sustituidos por los de hierro con la llegada de la máquina de vapor y los esclavos darían paso a mediados del siglo XIX al fomento de la colonización blanca traída de Europa y China.

El único interés de este grupo consistirá en salvaguardar su emergente patria, mientras el gobierno autoritario de Miguel Tacón, en 1838, querrá erradicar en la isla cualquier vestigio de pensamiento liberal, influencia extranjera y de movimientos contrarios a la dependencia de la metrópoli. El analfabetismo en Cuba era todavía elevado, más de un 70 por ciento de la población, a pesar del incipiente acceso a la información a principios de siglo y la proliferación de periódicos de los que disponían los criollos blancos. Esa deficiencia en materia de educación ampliaba la brecha cultural entre blancos y negros. Las mayorías sociales eran analfabetas y en el caso de los esclavos y parte de la población libre de color y blanca se desenvolvían en un marco oral. Poco a poco irían proliferando las escuelas públicas independientes, creadas sin el amparo del gobierno de Madrid.

Los principales pensadores de la isla contaron para difundir sus ideas reformistas con el apoyo explícito de los abolicionistas extranjeros, personificados en la figura de los cónsules ingleses enviados a la isla por el gobierno de su país. Su cometido era claro: presionar a España para que cumpliera, de una vez por todas, los Tratados suscritos con Inglaterra, que debían poner fin a la esclavitud en las colonias. Pero tanto los intelectuales criollos blancos que propugnaban la supresión de la trata, como fueron José Antonio Saco y Del Monte, como los emisarios extranjeros Richard Madden y su sucesor David Turnbull no sopesaron el alcance social, el tumulto y las consecuencias político-económicas que dicha corriente reformista, orquestada por ambos -contraria a la política colonial de la metrópoli- tendría en Cuba. Esos emisarios propagaron agentes por toda la isla que se dedicaron a difundir de modo oral y por todas las regiones de la isla nuevas promesas de libertad entre las clases más desfavorecidas y menos formadas en las que no les faltaría el apoyo del gobierno inglés.

Esa disconformidad con el régimen de Capitanía General de un sector aventajado de la sociedad agitó las bases de la opinión pública de todos los habitantes de la isla de Cuba, sobre todo, entre los hombres negros libres y mulatos a los que solicitaron ayuda para denunciar la trata por las distintas regiones. Hasta entonces no se habían cuestionado los principios y leyes que regían en la península y que tenían aplicación en sus dominios, pero tras agitar las bases de la población negra y las insurrecciones de las dotaciones de esclavos en 1843 se empieza a ver con preocupación desde la oligarquía criolla -faltos de representación política- el aumento de la población negra en la isla y la violencia generadas por ellos en los campos que podía dar lugar a una revolución como la de Haití.

Aquella sucesión de lo que parecían levantamientos aislados de los esclavos negros de las dotaciones de los ingenios tenía en realidad como finalidad una insurección general en la isla. Aunque ésta no se produjo, aquellos hechos aislados -pero sucedidos en ingenios vecinos-  acabaron con trágicas consecuencias en los campos y la condena de sus supuestos dirigentes en la ya famosa conspiración de la Escalera en 1844. La condena por esa revuelta fue la represalia del general Leopoldo O’Donnell y sus mandatarios contra los intentos de sublevación de los negros y la participación encubierta de algunos blancos.  El Capitán General 0’Donnell no dudó en establecer una Comisión Ejecutiva Militar Permanente y conducir a la muerte, tomar castigos severos o represalias contra todos aquellos que se oponían al régimen de facultades omnímodas suscrito por España. Era el único modo de asegurar el dominio de la metrópoli a través de un régimen arbitrario y despótico. Las víctimas serían en su totalidad las pertenecientes a la raza negra o mulata. Los blancos -aunque inculpados y algunos presos- conseguirían librarse de la muerte.

Esas disidencias con el orden establecido acentuaron la necesidad de muchos miembros de la oligarquía criolla de desvincularse, de una vez por todas, de los dictámenes autoritarios de la metrópoli y luchar por nuevas vías como la posibilidad de reformas, la anexión a los Estados Unidos o la independencia.  La anexión era a priori el único modo de hacer sobrevivir el régimen esclavista en las tierras alejadas de España y de mantener la estructura social que conformaba la sociedad cubana. Estados Unidos no deseaba la anexión, sino la posible compra de la isla, pero debía esperar a que la fruta madurase, esto es a que España se debilitase.

En 1845 entra en vigor la Ley de abolición y represión del tráfico de esclavos bajo el reinado de Isabel II.  Los hacendados cubanos son partidarios de la anexión por creer en el peligro latente del sistema esclavista. La anexión los pondría en igualdad de condiciones de los estados del sur (de EE UU), donde persistía la institución esclavista, principal fuente de sus riquezas.

La búsqueda de la propia identidad nacional cubana, las tensiones entre Estados Unidos y España por hacerse con el control de la isla -en proceso de maduración frente a los intereses económicos y el modo de vida de las clases dominantes americanas- y, por ende, la lucha por la independencia y separación definitiva de España eran ya, a principios de la década de los cincuenta, imparables y parecía la única salida para los criollos blancos en lo que era la defensa y el amor a la Patria. Dirá Saco: «He podido soportar mi existencia siendo extranjero en el extranjero, pero vivir como extranjero en mi propia tierra sería para mí el más terrible sacrificio».

Tras el desembarco de Narciso López en 1850 todavía tendría que ocurrir otra conspiración, esta vez encabezada por Ramón Pintó, para padecer una crisis definitiva el régimen político instaurado por España, poner en entredicho el anexionismo y negarle la península en 1867, a pesar del apoyo del general Serrano a los reformistas, toda vía de entendimiento que condujo al irremediable estallido de Yara en 1868. Lo que sería el comienzo de la guerra de los Diez Años, encarnada en la figura de Carlos Manuel de Céspedes, considerado el padre de la Patria en Cuba, y que fue el preludio de la futura independencia lograda en 1902, tras la derrota de España en la guerra hispano-americana (1898).

«Hemos perdido todo», dirá el Almirante Cervera al llegar a Cádiz en ese año, pero apostilló: «todo menos el honor» en un intento de justificar los deseos de la Madre patria por tener a lo largo de la Historia moderna a la isla de Cuba bajo su dominio».

En esta obra, Inés Ceballos, como estudiosa y conocedora de la temática cubana, se ha acercado a la Cuba decimonónica para desentrañar la presencia colonial en una Cuba española hasta el 98.

En la portada se reproduce la obra Recuerdos de La Habana (2023) del pintor español Enrique Goñi, que enriquece esta entrega.
————————————————————————
Inés Ceballos Fernández de Córdoba (Madrid, 1974).
Licenciada en Ciencias de la Información (Periodismo) por la Universidad Complutense de Madrid y Licenciada en Ciencias Políticas por la UNED.
Autora de la novela La Perla de las Antillas (2020) y del presente ensayo La Cuba del siglo XIX (2024). En los últimos años ha prestado especial dedicación a la vida de la escritora Mercedes Santa Cruz y Montalvo, más conocida como la Condesa de Merlín, que inauguró la literatura cubana escrita por mujeres.
————————————————————————–
La Cuba del siglo XIX de Inés Ceballos.
2024, 270 pp. Colección Ensayo.
ISBN: 978-84-8017- 456-5.
PV: 20.00 euros.

Nos complace comunicar el acto de presentación del poemario  Casa que ya no es mía (Betania, 2023) del poeta cubano Carlos Ramos Gutiérrez (Remedios, 1986), en el Museo Americano de la Diáspora Cubana (Miami).

La tertulia La Otra Esquina de las Palabras invita a la presentación del poemario Casa que ya no es mía del poeta cubano Carlos Ramos Gutiérrez,  residente en Miami.

FALLECE LOUIS BOURNE

Con sumo dolor comunicamos el fallecimiento del poeta e hispanista, traductor y profesor universitario Louis Bourne (EE UU, 1942-2023) que fue, sobre todo, un gran amigo. Un verdadero colega de las letras con el que compartí gran parte de la intensa vida cultural madrileña durante tres décadas  (los 80 , 90 y los 2000), como nuestra asidua asistencia y participación en la reconocida Tertulia Literaria Hispanoamericana del poeta español Rafael Montesinos en el Instituto de Cooperación Iberoamericana (ICI) o nuestros encuentros en las casi diarias lecturas, presentaciones de libros o conferencias  que se celebraban en el Ateneo de Madrid y Casa de América o en la Fundación Hispano Cubana y el Círculo de Bellas Artes, etcétera.

Louis Milton Bourne pasó parte de su niñez en las estribaciones del Himalaya y El Cairo. Se licenció en la Universidad de Carolina del Norte con una tesina sobre la ética en la novelística de Conrad (donde, siendo un joven universitario, dirigió la revista literaria The Carolina Quartely, EE UU, 1962-1964), años más tarde, se graduó en literatura inglesa en la Universidad de Oxford y, finalmente, se doctoró (Ph.D) en la Universidad de Nueva York.

Residió en Madrid durante 32 años, donde, posteriormente,  veraneaba y pasaba las Navidades, cada año, después de ejercer la docencia de Español y Literatura española en Georgia College & State University durante años, de donde se jubiló como profesor emérito. En Madrid, fue Redactor Jefe de la revista plurilingüe Equivalencias (Madrid:1982-1993) que publicaba la Fundación Fernando Rielo.

Como poeta, publicó tres poemarios: Médula de la llama ( ganador del primer accesit del Premio Gules 1981, patrocinado por el Ayuntamiento de Valencia),  Lienzos en lo humano (Madrid: Editorial Playor, 1986) con introducción de Concha Zardoya y Ráfagas de un signo (Madrid: Editorial Verbum, 1997) con introducciòn de Jesús Hilario Tundidor;  libros que agrupó en la antología Los recodos del río. Poesía reunida, 1981-2011 (Betania, 2013) con prólogo de José Antonio Llera (Universidad Complutense de Madrid. de 256 pp. Finalmente, su poemario en inglés The Thought of Seeing (Irlanda, 2019) donde reunió toda su poesía escrita en inglés.

La Universidad de Málaga editó su ensayo Fuerza invisible: lo divino en la poesía de Rubén Darío (1999),  su Tesis Doctoral para la Universidad de Nueva York.

Reconocido traductor de la poesía de Vicente Aleixandre (El sol que cruje / The Crackling Sun, Madrid, 1981) y Rafael Alberti (Premio William Arrowsmith de la revista Agni), de Clara Janés y Jorge Justo Padrón o María Victoria Atencia, también tradujo poemas de Carlos Bousoño, Francisco Brines, Gil de Biedma, Ángel González, Valente y Claudio Rodríguez. Además de una antología de Sebastián de la Nuez sobre poetas canarios del siglo XX (1992) y la antología Mil años de alegría: Poemas escogidos de Roberto Bly (2019).

Otras traducciones: una selección de poetas cubanos contemporáneos (Heberto Padilla, José Mario, Reinaldo Arenas, Jorge Valls, Rafael Bordao y Felipe Lázaro) para la revista literaria norteamericana Illuminations (Charleston, agosto, 2001) con una segunda selección  (Pío E. Serrano, Rafael Bordao, Juan Nicolás Padrón y Felipe Lázaro) para la mencionada revista (2019).

En los años 80, preparó una selección de la poesía vertical del argentino Roberto Juarroz (Madrid, Editorial Playor).

Si su trayectoria intelectual, como estudioso de la poesía española e hispanoamericana, lo confirma como un erudito de la temática literaria hispana  -su poesia, su inmensa obra como traductor y su dedicación a la enseñanza universitaria- lo consagran como un ser excepcional. Pero, principalmente, fue una bella persona, un buen amigo y daba gusto compartir con él nuestro tiempo: fuese en la barra de un bar cualquiera, sentados durante horas en la recurrente cervecería alemana (recordando siempre a nuestro amado Hemingway), en una de nuestras frecuentes y copiosas comidas (en el gallego Pereira o en La Puebla) o en algún acto cultural, de donde salíamos a compartir la noche… Lo recuerdo cantando las viejas canciones de Marlowe en algún mesón madrileño  o «Los pájaros fornican en la Catedral» de los venezolanos Carlos Contramaestre y Caupolicán Ovalles en las tabernas o la plaza Mayor de nuestra querida y siempre bien recordada Salamanca, donde nuestro hermano Alfredo Pérez Alencart nos invitaba a los eventos literarios o a impartir alguna que otra charla.

Hoy puedo decir, que conocer y tratar al querido Louis fue una dicha y un gran regalo de la vida. Esta que nos lo ha arrebatado en este triste y doloroso diciembre de 2023, pero, consciente, que él perdurará en nuestra memoria, pues si «los poetas no mueren, renacen», los verdaderos hermanos y Amigos -con mayúscula- jamás desaparecen, siguen a nuestro lado.

¡Descansa en paz, amigo Louis!

BETANIA les desea unas Felices Fiestas y el mejor 2024 posible, con mucha salud para todos.

Aprovechamos esta entrada para promocionar el libro Al pie de la memoria. Antología de poetas cubanos muertos en el exilio, 1959-2002 (Betania, 2003) de Felipe Lázaro (Güines, 1948). Prólogo de Manuel Díaz Martínez; 204 pp. ISBN: 978-84-8017-178-6. PV: 20.00 euros.

Poetas incluidos:  Emilia Bernal, Agustín Acosta, Rafael Esténger, Eugenio Florit, Mercedes García Tudurí, Pablo Le Riverend, Arístides Sosa Quesada, José Ángel Buesa, Adela Jaume, Alberto Baeza Flores, Gastón Baquero, Justo Rodríguez Santos, Ramón Álvarez Silva, Miguel González, Lucas Lamadrid, Carlos Miguel Suárez Radillo, Óscar Gómez-Vidal, Ana Rosa Núñez, Norman Rodríguez, Antonio Giraudier, Pancho Vives, Pura del Prado, Heberto Padilla, Severo Sarduy, José Corrales, José Mario, David (Fernández) Chericián, Luis Cartañá, Reinaldo Arenas, Julio E. Miranda, Wifredo Fernández, Alberto Serret, Jorge Oliva, Amando Fernández y Robert Valero.

Este libro se puede adquirir, encargándolo en cualquier librería española o mediante pedido a nuestro distribuidor MAIDHISA: (Email: ismaroto@hotmail.com ) o por teléfono: 91- 670-2189. (Preguntar por Montse). PV (Precio): 20.00 euros más gastos de envío.

Nos complace presentar el libro  Allá todavía es ayer. Diario de una argonauta (Betania, 2023) de la escritora venezolana María Eugenia Sánchez (Caracas, 1948), residente en la ciudad de Limoges, Francia.

La autora es socióloga de profesión y ejerció la docencia universitaria en Venezuela. Viuda del poeta, pintor y diplomático venezolano Carlos Contramaestre.

El libro se puede adquirir en AMAZON:  https://a.co/d/cUnrkTQ

Datos del libro:
Allá todavía es ayer. Diario de una argonauta, de María Eugenia Sánchez, 173 pp. Colección NARRATIVA. ISBN: 978-84-8017-428-2.  Edición digital e impresa.

Reproducimos otra reseña reciente del poemario CASA QUE YA NO ES MÍA (Betania, 2023) del poeta cubano Carlos Ramos Gutiérrez (Remedios, 1986) residente en Miami. El texto está firmado por Grethel Delgado y fue publicado en el DIARIO LAS AMÉRICAS (Miami, 10 de noviembre de 2023). 

Casa que ya no es mía reúne poemas afincados en una nostalgia sobria, sin aspavientos, donde lo esencial es la llaga, la ausencia.

El escritor y periodista cubano Carlos Ramos Gutiérrez presentará su reciente poemario, Casa que ya no es mía (Betania, 2023), en Artefactus Cultural Center el 18 de noviembre a las 8:30 pm.

Como dijo el autor a DIARIO LAS AMÉRICAS, estos poemas «comenzaron a llegar de a poco, como un susurro en mis oídos. Y comencé a escribirlos en cualquier cosa que tuviera a mano: una libreta, una hoja en blanco, el celular… a veces estaba durmiendo y tenía que levantarme a escribir, no podía dejar que se me escapara ningún verso. Luego los dejé reposar por un tiempo. Y finalmente volví sobre ellos, de uno en uno, en un arduo y complejo proceso de edición. Hasta que por fin teníamos el «manuscrito» de lo que sería el libro«.

Sobre el camino de buscar una editorial, recordó que envió el manuscrito «a una gran amiga en Cuba, Bárbara Rodríguez, que es una editora de vocación, de las que pocas quedan. Ella me ayudó a pulir muchos detalles». Luego llegó la idea de publicar en Betania gracias al poeta Santiago Méndez Alpízar (Chago), quien escribió el prólogo de este libro. Prólogo que, en palabras de Ramos, «merece especial atención dadas su profundidad y poder de síntesis, además de que Chago es una especie de ‘enciclopedia de la poesía cubana’. Ya él había publicado con esta casa editorial, y me habló de la seriedad y dedicación del editor -y también poeta- Felipe Lázaro».

En torno a Yunier Gómez, creador de las ilustraciones del libro, el autor señaló que es un artista muy talentoso al que admiro muchísimo, y me siento identificado con su obra, tanto a nivel estético como discursivo. Esta no es la primera vez que colaboramos: he escrito varios artículos sobre su obra, y la ilustración de portada de mi primer poemario es también de su autoría».

Y agregó que «en el caso de este libro, además de la portada, tenemos casi 20 ilustraciones, todas firmadas por él. Y creo que la obra de Gómez Torres le aporta al libro una especie de narrativa, que a veces refuerza y otras -las más- enriquece el propio discurso poético. Porque sus imágenes son también poesía: poesía visual que conecta de una forma más directa y misteriosa con el espectador».

Si bien Carlos Ramos Gutiérrez ha escrito narrativa, teatro, guiones para cine, radio y televisión, artículos periodísticos, crítica de arte, e incluso canciones, para él «la poesía es siempre punto de partida y meta, es la expresión más heterogénea y pura, y la que mayor libertad ofrece al autor».

El recuerdo de una casa

La casa de Carlos Ramos Gutiérrez no es la misma. Concordia número 59 (extraña combinación entre una palabra noble y un año terrible) ya no es solo una dirección en el espacio de la memoria, sino materia fértil para la poesía. Y la poesía de Ramos opera desde lo perdido; sus poemas son sus confesiones más honestas, sus recuerdos más hondos.

Están aquí, como en el álbum de tantos exiliados, el olor de la casa, la textura de ese patio, los rostros de los vecinos, los amuletos y los sueños.

El autor sabe moldear, como un artesano del aire, una serie de vacíos que de tanto agolparse conforman un molesto bulto que cargar: el vacío de la casa, la falta del sentido de pertenencia, y de pertenencias, la ironía de lo alquilado, prestado, ajeno, estéril. Sobre estos resortes desangelados de la realidad Ramos construye imágenes y escenas, pero también se mueve entre lo plástico y lo musical.

Por eso acompañan tan bien a sus poemas las obras del artista Yunier Gómez, que nos entrega escenas de otro mundo pero en esta realidad. Sus figuras tristes son como bocetos de almas en escala de grises, cuerpos poéticos por sí mismos en una especie de libro visual paralelo.

Como apunta Santiago Méndez Alpízar en el prólogo, “la casa como tal ya no existe, otras nuevas direcciones se empeña el poeta en dejar, como una necesidad para aclarar el recorrido, también posiblemente sin alternativas. Porque el paisaje fue trastocado, a aquellas aves del patio encantado las devoró el tiempo, la desidia, la precariedad que abunda tanto: la partida definitiva”.

Casa que ya no es mía reúne poemas afincados en una nostalgia sobria, sin aspavientos, donde lo esencial es la llaga, la ausencia.

Una velada con poesía y amigos

El libro se presentará en el Programa Autores de Artefactus Cultural Center, el 18 de noviembre a las 8:30 pm. Dirección: 12302 SW 133rd Ct, Miami, 33186.

«No esperen la presentación de un compendio de poemas en su manera tradicional: con el autor leyendo verso sobre verso. Aclaremos que no tengo nada contra este tipo de presentaciones, de hecho, suelo disfrutarlas mucho», aclaró Ramos. Y sumó: «Pero en mi caso personal, como soy un individuo muy inquieto, que además de escribir, se ha atrevido a veces a incursionar en otras manifestaciones del arte, quiero hacer de esta presentación una propuesta -atrevida también- que incluya artes visuales, teatro, música… Por eso precisamente no vamos a presentar el libro en una librería o en una biblioteca -a lo cual también estoy abierto para presentaciones futuras-, sino en una sala teatral. Y no una cualquiera, sino la de Artefactus Cultural Center, que para mí siempre ha tenido esa especie de magia que debe tener un teatro, además del prestigio que poco a poco (y con mucho esfuerzo) se ha ganado, por la calidad de sus propuestas».

Como acotó, tendrá invitados especiales: «artistas de diferentes manifestaciones a los que admiro muchísimo, como es el caso de la actriz, escritora y directora de teatro y cine Nitsy Grau; el actor, director y profesor de teatro Leopoldo Morales; la reconocida presentadora de televisión Daisy Ballmajó y el cantautor José Luis Barba. Además de Yunier y Chago, que son también autores de este libro».

Más sobre el autor

Carlos Ramos Gutiérrez (Remedios, Cuba, 1986). Poeta, narrador, compositor y guionista de cine, radio y televisión.

Licenciado en Estudios Socioculturales, UCLV “Marta Abreu”, Santa Clara, Cuba, 2009. Egresado del Centro de Formación Literaria “Onelio Jorge Cardoso”, Habana, Cuba, 2009. Máster en Realización Audiovisual, ISA “Universidad de las Artes”, Habana, Cuba, 2013.

Autor del blog literario “Oráculo sin voz”. Ha publicado los poemarios “Del vacío que te quiebra” (Amazon, 2016) y “La Bruja” (Amazon, 2016). Parte de su obra ha sido publicada en las antologías “Jóvenes Narradores de San Juan de los Remedios” (Editorial Capiro, Cuba, 2015), “Actuales voces de la poesía hispanoamericana” (Ediciones Literarte, Argentina, 2017) y “Antología poética Nuestra Voz” (Floricanto A.C., México, 2019).

Artículos suyos han sido publicados en las revistas cubanas “Clave” (Revista de Música Cubana), “El Mar y la Montaña” y “Oncuba”. Actualmente trabaja como escritor y productor en Telemundo.

Autorretrato con Miami de fondo

Vivo en el Down Town

en la Ciudad del Sol:

237 North East

2nd Street

Miami, Florida,

33132.

Apartamento 2701

del Loft I

y desde mi balcón

tengo vista a Bayside. 

Enfrente

el Wolfson Campus

del Miami Dade College

donde tantas veces

he solicitado empleo,

a tres o cuatro cuadras

el Museo de Arte y Diseño 

donde tantas veces

he solicitado empleo,

al cruzar la avenida

Biscayne Boulevard

el Miami Dade Arena

donde no he podido ir 

por los ridículos precios

de sus espectáculos.

También he solicitado empleo

en Bank of America,

United States Postal Service,

Cole Haan, Sprint

y una interminable lista

de empresas.

Todos los días tengo que actualizar

mi currículum vitae 

o Resume,

actualizar

mis perfiles en Indeed,

Monster y LinkedIn. 

Todos los días espero

una llamada,

una entrevista,

una oportunidad que

en esta ocasión

ha sido concedida a otro

candidato

mejor calificado para

la posición. 

La empresa agradece mi interés

y me exhorta

a postularme para nuevas 

vacantes. 

A veces puedo ir 

al club “Hoy como ayer”

y ver a Amaury Gutiérrez

tocando en vivo. 

Intuyo que al abuelo

le hubieran gustado los comercios

de la Calle 8,

acaso en otra realidad

posible

– acaso paralela – 

el abuelo hubiera sido dueño

de una boutique en la Calle 8

a la que Celia Cruz iría

a comprarse un vestido

para su concierto en 

Tenerife, 1987. 

Es tarde y estoy sentado

en mi balcón,

está a punto de llover

y de repente extraño

aquel olor a tierra mojada

que anunciaba el aguacero

en mi pueblito natal;

las grandes ciudades no tienen

un olor característico.

Nos complace comunicar la presentación del poemario CASA QUE YA NO ES MÍA (Betania, 2023) del poeta cubano, residente en Miami, Carlos Ramos Gutiérrez (Remedios, 1986):

Día y hora: Sábado 18 de noviembre (8.30 pm).
Lugar: ARTEFACTUS CULTURAL CENTER
12302 SW 133rd Ct. Miami, Florida 33186.

Nos complace reproducir la reseña del poemario No llueve. Dios se está lavando la conciencia (Betania, 2023) del poeta cubano Roberto Cazorla (Matanzas, 1932) residente en Madrid; firmada por el escritor cubano Luis de La Paz y publicada en Diario las Américas (Miami, 5 de noviembre de 2023).

MIAMI.- La poesía del escritor cubano Roberto Cazorla (Matanzas, 1932) es apasionada, intensa, abarcadora. No hay un poema largo, ni más breve; incluso, un haiku que no lleve una poderosa carga. Son dardos que todo el tiempo dan en el centro de la diana, estremecen, vibran en el lector que reflexiona sobre lo que expresa, consciente de que lo que dice es agudo y en muchos casos definitivo.

Su más reciente poemario tiene un título poderoso, No llueve. Dios se está lavando la conciencia (Editorial Betania, Madrid, 2023), abre con dos líneas sorprendentes. “El tiempo, es un anciano ridículo/ subido en un patinete”. Los versos siguientes anticipan la fuerza del libro. “¡Nunca el silencio había/ sido tan estruendoso!”, seguido de “¡Oremos para que deje/ de llover/ sequedad…!”.
Roberto Cazorla es un hombre de regreso de todas las catástrofes posibles. Ha tenido una larga vida, por lo que su mirada es lúcida, aunque también, a veces, cansada, desesperanzadora.

Poemas de diferentes registros

El libro está dividido en cinco partes con una variedad de poemas de diferentes registros; incluso, prosa poética y en general textos muy cubanos. A Cazorla le duele mucho Cuba, la distancia, el exilio, pero es un poeta para el que la nostalgia es también creación. Esta secuencia es inquietante: “¡Ayúdenme, que se me está diluyendo el azul cubano que me quedaba!/ Si se hiciera el milagro de que me enterraran con una estrella del cielo cubano./ El exilio pretende destruirnos el origen, pero tenemos las raíces más profundas que las de un flamboyán milenario./ El miedo es la corbata que todos tenemos que lucir./ La muerte doblemente muerte es la de la ilusión./ Me gustaría saber si a mi funeral asistirán pájaros cubanos”.

En su Cuba-dolor añade en otro momento: “Este viento que escuece la herida que me llamo, arrastra una niebla de salitre, es una isla-anciana que no se morirá hasta que yo le dé el abrazo que le debo”.

El ímpetu de Cazorla

Con los poemas de Cazorla en este libro no hay tregua, son textos lacerantes. “Vivir se escribe con letras transparentes, tiene la acústica del desnudo de una adolescente, la aristocracia de la bandera que ondula en el recuerdo de un nómada, presumiendo de un verso que no ha perdido la virginidad. Vivir duerme de lado porque le asustan los latidos de la memoria”. Roberto Cazorla se acerca a la poesía con ardor, y en ese ímpetus está la fuerza de su decir.

La última parte de No llueve. Dios se está lavando la conciencia acoge una detallada biografía del escritor y cerca de 30 fotografías de Roberto Cazorla con figuras destacadas de la vida cultural en Cuba, su exilio en España y sus lazos con Miami. De alguna manera esa iconografía indica que su trayectoria ha sido también muy fructífera.

Este libro en particular -quizás él no lo vea así- es un tesoro, un regalo especial del poeta a sus admiradores y de la casa Editorial Betania, fundada por el poeta Felipe Lázaro, que ha editado una parte notable de la obra de Roberto Cazorla.

https://www.diariolasamericas.com/cultura/poemas-lluvia-torrencial-roberto-cazorla-n5346135