A continuación dos textos del cubano Manuel Díaz Martínez y el canario Joaquín Nieto Reguera leídos en la presentación del libro La punzada del guajiro (Betania,2021), de la escritora cubana Belkys Rodríguez Blanco, en la Biblioteca del Estado en Las Palmas, Islas Canarias.
para entender La Habana multicolor
Hace unas semanas que Belkys Rodríguez Blanco me había pedido que presentara su nuevo libro LA PUNZADA DEL GUAJIRO Y OTROS CUENTOS. Y hace unas semanas que he trabajado en ello. En los casos en los que presento libros la dinámica es siempre la misma leo, tomo nota y saco conclusiones. Esta vez la autora me ha dado el tiempo necesario para leer, tomar nota e investigar para aprender, algo que agradezco de corazón.
A mi amiga creo haberle presentado dos libros anteriormente, este sería el tercero, cuestión que me ayudó a consolidar las ideas que ya tenía de su quehacer literario y de su personalidad. Todos sabemos que Bel es una guajira de sentimientos profundos. Buena mujer, con todo lo que eso conlleva, y además buena amiga. Y a mí me honra estar en ese círculo de amistades y personas queridas que me hace conocerla más íntimamente.
Sabía ya, por ello, del amor a sus abuelos, a sus padres, a su Cuba natal, a su pueblo Batabanó, a su cubanía y de la magua o morriña que produce emigrar de su tierra, quedando marcado para siempre por los recuerdos, imágenes y vivencias que con en el tiempo y la distancia se hacen más profundos y desgarradores.
Viví yo siempre con verdadero interés la Historia de Cuba. Es extraño que en una familia canaria no haya un emigrante que se radicara en Cuba y que algunos de ellos volvieran a la isla como indianos de poder lucir sus fortunas, o sencillamente otros, los más, con las manos puestas una delante y otra detrás, como decimos en estas tierras tan iguales a las del Caribe. Por ello, manera de hablar, dejes, refranes y costumbres se han asemejado históricamente, aunque también es verdad que con este libro he aprendido, como decía, muchas cosas nuevas.
Antes de empezar con mi trabajo, indagué en lo que significaba “La punzada del guajiro” para saber a qué me enfrentaba, ya que jamás lo había oído y Belkys lo explica meridianamente claro: “Cuando Amanda tomaba helado le daba la punzada del guajiro, igualito que cuando él la miraba. Era un dolor agudo y penetrante que la aguijoneaba desde el cuello hasta la cabeza. Eso solo le sucedía a la gente de campo que, sin costumbre de beber cosas frías, las tomaban muy rápido y luego sufrían el enfriamiento”.
A ese relato o cuento, como ella define a este, y a los treinta y tres restantes, me enfrenté dispuesto a indagar y a disfrutar de la lectura y del aprendizaje. Y entre tantas páginas y tantos relatos encontré la ya consabida presencia en el recuerdo constante de sus abuelos, de sus padres, de su observación como buena periodista de la manera de ser de los guajiros, de aquellos cubanos rubios de ojos azules que parecieran llegados de París o del resto del continente europeo, o negros de color azabache, y también de mulatas y mulatos, mestizos en general, pues es que como bien ella dice: “aquí el que no tiene de congo tiene de carabalí”.
Y en los diferentes relatos o cuentos, se para ella a observar con agudeza lo insospechado, unas veces para darle vida a la “casta” mujer que lleva doble vida, a la abuela que tira los caracoles con el puro entre sus labios, a la niña con poderes heredados que desvía la tormenta, o una estrella que ha de convertirse en una princesa y acaba como estrella de luces por un padre malvado; o acaso una engañadora y reina del relleno y lo postizo que acaba en sorpresa, entre otros tantos personajes imposibles de enumerar.
Tengamos entre nuestras manos este libro para entender La Habana multicolor de la alegría y de las desgracias. Situémonos en el Barrio de Jesús María donde todo puede pasar, o acerquémonos al Malecón de la mano de una señorita que su abuela sueña con príncipes que la hagan feliz para que la acompañen toda la vida, si bien ella sufre más de un desengaño. Paseemos por Prado y Neptuno y vivamos la vida en forma de alegría caribeña, que no hay forma más feliz de hacerlo.
Acompañemos al guajiro socarrón y rápido de reflejos que igual mata de amor que de una puñalada o de un disparo a boca jarro. A ese mismo que es tuerto y que jamás enderezó el rumbo en su corta vida, o al barbero que conoce quién es quién, y por qué no al camarero capaz de servir y aprovecharse en un baile bien agarrado, o al podólogo depravado que colecciona uñas de mujer en una caja de zapatos.
Dispongámonos a temblar de pavor si conviviéramos con una lámpara de lágrimas negras compradas en Estambul que cuelga del techo y que tiene la facultad de escuchar, moverse y clavar sus lágrimas en los habitantes díscolos por solo nombrarla. Nos iremos a acompañar a una bella mujer en una travesía llena de muertes, o otra joven que acompaña a un fenecido en una habitación donde huele a más de un muerto.
Leamos con interés como el amor, el sexo, el erotismo, el deseo, juegan un papel importante en la vida de los cubanos. El piropo que se deja caer con gracia, la sonrisa amable con trasfondo, los signos y miradas de admiración ante la belleza, el contacto y los sentimientos placenteros, la lascivia y la traición en un juego a más de dos, las caricias y besos con sabor a mango. Las habladurías sobre la madre que desea mantener a sus hijos vírgenes para gozo personal. La prescripción facultativa del psiquiatra, según el cual la neurosis se cura con caricias y pongan ustedes, que me escuchan y que leerán, toda su imaginación hacia una sanación totalmente erótica. Y como no, la decisión de mantener unas nupcias en solitario, con ceremonia religiosa y cajita con sorpresa para el uso y disfrute.
Abramos nuestros recuerdos musicales en toda una época que marcó historia y que perdura en el tiempo. La música es un eje importantísimo en esta entrega literaria. Creo que no podía ser de otra forma. La autora encuentra en sus títulos y temas de fondo contenido para crear sus historias. La rumba, el Chachachá, el son suena tras cada uno de los relatos como fondo o guía de la lectura. “Cachita está alborotá y baila el chachachá” del puertorriqueño Rafael Hernández el Jibarito. Y que llegó a los oídos de Belkys de la mano de la famosa Orquesta Aragón quienes tuvieron el honor de ocupar lugar en el Hall de la Fama de la Música Latina de Nueva York (1999) y Las Vegas (2012). La UNESCO, además, la declaró como Patrimonio de La Humanidad en 2005. La Engañadora es otro de los títulos musicales que usa Belkys para crear una trama. La Orquesta América tocó este chachachá, creado por el violinista Enrique Jorrín en 1953, sencillo que vendió más de doce mil discos en Cuba, todo un éxito. Bésame, bésame mucho… El bolero de Consuelito Vázquez es uno de los más versionado de la historia de la música latina y que se deja oír en el cuento “Un bolero para Sandra” y que alternaba con el otro gran éxito de Usted del mexicano Ruiz Galindo y cuya letra se inicia en el relato como un suspiro de aliento y esperanza: Usted es el culpable de todas mis angustias y todos mis pesares…
[Abro un paréntesis para trascribir literalmente este juego de imágenes que suena tras el bolero y que me parece condensador de toda esta historia y cargado de belleza literaria con significado: “En el malecón ella cantaba un bolero mientras la lluvia y la oscuridad se iba tragando la silueta de una mujer que navegaba a la deriva…” Muy a lo Belkys, cuadrando música, momentos, imágenes y sentimientos, muy bello.]
Entrañable el bolero “Felipe amor de mi bohío, tu linda guajirita te espera bajo la ceiba a la hora de la siesta” y que me llevó a pensar en un doble juego con el músico Flores, su autor, y sus abuelos queridos Felipe y Lita, al adaptar Belkys la letra verdadera que cantara Omara Portuondo: Es mi vivir una linda goajirita / La cosita más bonita, trigueña. /Es todo amor, lo que reina en mi bohío/ Donde la quietud del río se ensueña./ Y al brotar la aurora sus lindos colores/ Matiza de encantos mi nido de amores/ Y al despertar a mi linda goajirita/ Dejo un beso en su boquita que adoro. Me arriesgo, al pensarlo y exponerlo, pero…
¿Escucharon alguna vez a la Orquesta Los Zafiros? Pues fue el primer grupo orquesta vocal que se formó en Cuba al estilo de Los Platters de aquel Only you. Y muy dado a que con sus voces las parejas se acercaran bailando y se produjera el milagro del feeling y, según la autora, los besos supieran a mango. Y si en Cuba echan una moneda en cualquier vitrola de un bar es muy seguro que entre los sones salte aquel que dice: “Mamá yo quiero saber de dónde son los cantantes… ¡Qué linda casualidad que esa misma pregunta le hiciera a la autora, sentada aquí a mi lado, hace años y por Facebook y ella me respondiera con toda rotundidad: Son de la loma, Guajiro, y cantan en el llano…
No se olvida Belkys de su Islandia, lugar frío de cálida acogida y Gran Canaria, lugar cálido de cálida acogida. Y dedica algunos relatos como agradecimiento a su paso o estancia. Ni tampoco olvida a su esposo Ramón, andaluz con el que comparten caminos, vuelos y vida. Así como a un tal Joaquín Nieto en Cartas a Marina, nombre que toma su madre y a quien el susodicho en su adolescencia enviaba letras que ella compartía con las vecinas. Y también expone en metáforas a nuestro gran maestro, poeta él cubano, don Manuel Díaz Martínez quien deja en el prólogo una décima maravillosa a su estilo (y con un aire calderoniano) y que merece ser leído para disfrute de todos los presentes:
Estas páginas traviesas/ que aletean en tus manos, / habitadas de cubanos/ y de cubanas sorpresas, / sé que te atraparán. Presas/ de ellas verás tu razón,/ tus sueños, tu corazón, / y te dirás al momento: / la vida no será un cuento, / mas los cuentos vida son.
Y en este libro, al igual que en anteriores, Belkys precisa seguir viviendo en su mundo, pues para ello necesita ver volar las mariposas, planear las gaviotas en la costa, sentir la lluvia en su cuerpo, la sal del mar en sus labios y disfrutar del colorido de las flores, que al fin y al cabo es el colorido de la vida.
No podría dejar de decir aquí en público lo que en la intimidad de la conversación literaria tantas veces le he dicho: “Belkys con la pluma en la mano eres una gamberra adorable”. Leerte es aventurarte a no saber nunca cuál es el final, ni dónde me llevará tu alocado ingenio. La pregunta que le hago es: ¿de dónde sacas, guajira esa creatividad tan bella y pícara”.
Termino, no les canso más. Tienen ustedes en este libro la oportunidad de reencontrarse con Belkys, con su pluma motivadora, con su capacidad infinita para crear situaciones y tramas inesperadas, con su estilo valiente para ahondar en donde otros no somos capaces ni sabemos hacerlo. A los canarios este libro nos hará pensar en seres queridos que nos hablaron de nuestra isla hermana. A los cubanos, de aquí y de todo el mundo, los llevará a disfrutar con orgullo de las estampas, imágenes y vivencias que muchos disfrutaron, o que acaso han tenido que dejar de gozar por verse obligados a vivir fuera de su tierra.
Le deseo a mi amiga Belkys que disfrute mucho con la acogida de este libro “La Punzada del Guajiro y otros cuentos” y le doy las gracias por poner su confianza en mí, de nuevo, para una de sus presentaciones.
Muchas gracias.
Joaquín Nieto Reguera
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SALUDO A LOS CUENTOS DE LA GUAJIRA
Cuando Belkys Rodríguez Blanco me dio a conocer su libro de cuentos –éste al que ahora le damos la bienvenida, ya bellamente impreso–, hacía mucho tiempo que yo no tenía contacto con ningún texto de la narrativa cubana. De modo que adentrarme en las páginas de LA PUNZADA DEL GUAJIRO Y OTROS CUENTOS significó para mí un súbito reencuentro con el cuento cubano. En la literatura de aquella isla que a Belkys y a mí nos vio nacer y nos vio partir, el cuento compite con la poesía. Ha de saberse que, en la cultura cubana, el relato y el verso parecen decididos a no perder el puesto de privilegio que en ella ocupan desde el DIARIO DE A BORDO, del descubridor Cristóbal Colón, y el ESPEJO DE PACIENCIA, del bardo grancanario Silvestre de Balboa. O sea, desde siempre.
Al terminar la lectura de este libro tan variopinto y desenfadado, tuve la sensación de haber hecho un recorrido tanto por la obra de algunos narradores latinoamericanos ya clásicos –el colombiano Gabriel García Márquez y los cubanos Onelio Jorge Cardoso, Eliseo Diego, Virgilio Piñera– como por el caudaloso acervo de nuestra narrativa anónima, ésa de procedencia popular, transmitida oralmente y muy trabajada con amor por el gran Samuel Feijóo. Belkys Rodríguez ha tenido el acierto –que sus lectores agradecemos– de darle a esta colección de relatos el encanto de una acertada riqueza de formas, tonalidades y temas, demostrando así que ha bebido en buenas y distintas fuentes y es una indudable creadora cargada de recursos.
Agradezco a Belkys Rodríguez que nos haya obsequiado con un hermoso además de divertido manojo de cuentos bien pensados, bien contados, bien escritos y, lo más importante, animados por un transparente humanismo que palpita en cada uno de ellos, ya vengan del realismo mágico, del realismo a secas, del surrealismo o de cualquiera de las variantes que la autora haya escogido. Es por ello que mi prólogo a este libro es la siguiente décima criolla:
Estas páginas traviesas
que aletean en tus manos,
habitadas de cubanos
y de cubanas sorpresas,
sé que te atraparán. Presas
de ellas verás tu razón,
tus sueños, tu corazón,
y te dirás al momento:
la vida no será un cuento,
mas los cuentos vida son.
Manuel Díaz Martínez
4/06/2021 Biblioteca Pública del Estado LPGC
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